El rey de las criptomonedas atrae cada vez más a los inversores mientras las autoridades dan la voz de alarma ante un activo desconocido y de alto voltaje que muchos conciben como un nuevo ‘oro digital’.
¿El dinero del futuro o los nuevos tulipanes? ¿Oro digital o puro humo? Esa es la pregunta que se hacen los inversores mientras las criptomonedas mantienen un estratosférico camino al alza. El bitcoin, la más popular de las divisas virtuales, se cambia ya a un récord de 47.700 dólares y acumula una revalorización del 65% en lo que va de año tras subir ya un 305% en el pasado ejercicio.
Desde la perspectiva del usuario, el bitcoin no es más que una aplicación móvil o de ordenador que provee un monedero personal que le permite enviar y recibir las monedas virtuales, los bitcoin Pero lo importante, y lo que le da el valor que buscan sus inversores y le hace subir, es lo que ocurre tras esa cortina.
Sin banco central
En las profundidades, bitcoin es un sistema de pagos virtuales descentralizado y basado en la tecnología de bloques (blockchain). Esto significa que, para bien o para mal, no hay un banco central o un Estado detrás de la divisa virtual y su red, es decir, no hay un organismo que la respalde o la controle. Y ¿cómo nace una de estas monedas? En la red de bitcoin todos sus usuarios son iguales y mantienen una contabilidad común. Cada vez que hay una transacción, una mayoría de los ordenadores conectados para soportar la red deben verificarla para evitar engaños o errores, lo que dota a las operaciones de intercambio de esta divisa virtual de una seguridad sin parangón. Cada verificación robustece la cadena de bloques y hace más seguro el sistema. A estos usuarios que ponen la potencia de sus ordenadores al servicio de la red se les llama «mineros» y se recompensa su actividad con bitcoins. Esa es la única manera de generar nuevas divisas virtuales.
Pero, más allá de la seguridad y de la inmediatez de los pagos que proporciona el sistema bitcoin, la clave de su valor reside en que no puede haber más que un número finito, lo que atre a los inversores. «Se estima que no hay más que unos 4 millones de bitcoins en circulación plena. El resto se mantienen fuera de las plataformas de negociación y hay 3 millones perdidos», indica Javier Molina, portavoz de eToro en España, que resalta lo limitada que es su oferta. Y ésta crece con cuentagotas. El código informático de origen de bitcoin determina que sólo se generarán 21 millones de unidades de esta divisa virtual, y eso es algo grabado en piedra. Este carácter finito hace que sea un elemento diferencial frente a la creación constante (ya cada vez más activa) de dinero tradicional por parte de los grandes bancos centrales a raíz de sus estímulos. El valor de los euros y los dólares cae según aumenta su número frente a los activos de oferta limitada.
Reserva de valor
«El bitcoin vale como medio de pago, pero, sobre todo en los últimos tiempos de exuberancia en la creación de dinero por parte de los bancos centrales, se convierte en una reserva de valor. Se puede decir que, a diferencia de las empresas con activos y flujos de caja, no tiene valor intrínseco y que su precio se determina por lo que los usuarios creen que vale«, explican fuentes financieras, que señalan que «ocurre también en otros activos» como el oro, pese a todas las diferencias que lo separan de las criptomonedas, y «no tiene por qué ser un síntoma de burbuja». El precio del metal precioso hace mucho que superó el valor intrínseco que se le puede dar a través de su uso en la industria o para la joyería. Cada onza se vende por 1.820 dólares por su utilidad como activo refugio en los mercados financieros. Es la reserva de valor por antonomasia, aunque su oferta no es tan limitada.
Crece el respaldo
Pero el despegue del bitcoin es reciente y el hecho de ser intangible genera recelo. Por eso son tan importantes para su precio las muestras de confianza depositadas por grandes compañías como Tesla, que ha invertido 1.500 millones de su caja en la divisa virtual y ha anunciado que la aceptará como medio de pago en el futuro. MicroStrategy, otra firma estadounidense, también ha decidido transformar parte de su tesorería a bitcoins.
Esta semana, Mastercard y BNY Mellon se han unido a la lista de firmas que permiten el uso de bitcoin en sus servicios y que integran otros gigantes como BlackRock o Paypal, algo que ha sido determinante para su revalorización. Pero las perspectivas, tras el último rally, invitan a la cautela según los expertos.
Rentabilidad y riesgo
¿Hasta dónde puede llegar? «El perfil de riesgo actual establece una resistencia en los 50.000 y un soporte en los 40.000 dólares. Este entorno de alto optimismo, sentimiento máximo y noticias que aumentan el sesgo comprador del inversor, invita a ser consciente de los riesgos existentes», aconseja Molina. El precio de la moneda podría tomarse un descanso y los episodios de volatilidad de este activo aconsejan la máxima de las precauciones para los inversores, que podrían verse atrapados en una corrección más intensa de lo esperado.
Por el momento, a la luz de las recientes subidas y el deseo que ha despertado entre los inversores minoristas, se amontonan las advertencias de las distintas autoridades respecto a las inversiones en criptomonedas.
«Se trata de instrumentos complejos, que pueden no ser adecuados para pequeños ahorradores, y cuyo precio conlleva un alto componente especulativo que puede suponer incluso la pérdida total de la inversión», aseguraron esta misma semana la CNMV y el Banco de España en un comunicado conjunto. La secretaria de Estado de Economía, Ana de la Cueva, alertó el miércoles en unas jornadas de EXPANSIÓN, que las criptodivisas carecen de un marco legal que proporcione garantías. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, señaló en su día al bitcoin como un activo «claramente especulativo» y que sirve «para lavar dinero».
La UE trabaja en un reglamento que promete ser bastante estricto con las divisas virtuales, pero, por el momento, la ausencia de regulación eleva el riesgo derivado de tratar con estos activos en los que la tecnología y la demanda se han movido mucho más rápido que la legislación. Se teme que muchos inversores, atraídos sólo por las perspectivas de no perderse la fuerte revalorización. inviertan en un activo desconocido.
Una vez sopesados los pros y los contras de invertir en bitcoins, es importante que el usuario que haya decidido adquirir monedas virtuales lo haga de forma segura y evitar chiringuitos. Existen plataformas reguladas de compras específicas criptomonedas con licencia bancaria, como las españolas Bit2Me o Criptan, o se puede recurrir a plataformas de negociación tradicionales que incluyan la posibilidad de adquirir bitcoins, como eToro.
Para invertir de forma indirecta, a través de vehículos financieros como fondos de inversión, cada vez surgen más opciones, pero en su mayoría dirigidas a inversores institucionales y no a minoristas. Para los particulares, la compra directa sigue siendo la vía más sencilla para ganar exposición a estas divisas, aunque también más peligrosa.
Otras criptomonedas
En cualquier caso, es vital conocer al detalle las características y los riesgos de cada moneda virtual. Porque nada tiene que ver, a ojos de los expertos, adquirir bitcoins u otras de las criptodivisas. Existe una infinidad de divisas virtuales cuyo precio se ha movido siguiendo la estela del bitcoin, con la entrada de inversores deseosos de apostar por los activos criptográficos. Estas subidas al únisono muestran el atractivo que despierta la tecnología común de estas monedas digitales, pero también refleja el desconocimiento de sus características.
«Cada criptomoneda es diferente y está pensada para un uso concreto, más allá de como activo financiero con el que buscar una rentabilidad», asegura Alfonso de la Rocha, ingeniero de investigación de Protocol Labs, que señala que «la diferencia entre bitcoin y ethereum, dos de las criptomonedas más populares, es tan grande como lo puede ser invertir en un medio de pago o en una materia prima».
Esa es la clave de la segunda criptomoneda más famosa del mercado. Mientras el bitcoin es una red que cambia un activo de unas carteras a otras (medio de pago), el ethereum es red y medio de pago, pero, además, cada unidad representa un volumen determinado recursos de ordenador necesarios para ejecutar los llamados contratos inteligentes, un servicio con su propia demanda y un uso que trasciende a la propia moneda.
«Es la materia prima que permite disponer de estos contratos certificados muy útiles para muchos sectores. Si, por ejemplo, un usuario pudiera pedir un producto a Amazon bajo un contrato de este tipo, el pago se realizaría de forma instantánea pero exclusivamente cuando se certificase que ha recibido ese producto.», indica De la Rocha. «El bitcoin puede valer cero si deja de aceptarse como medio de pago, pero el ether representa, además del activo financiero, esos servicios de computación que, mientras tengan demanda, tendrán un valor intrínseco», explica el experto. «Nuestro filecoin, por ejemplo, representa recursos de almacenamiento en la nube. Puedes querer la moneda para hacer tráding o porque necesites capacidad de almacenamiento», señala.
Una de las diferencias clave para la inversión en bitcoin y ethereum es que el segundo no tiene límites a la creación de monedas. «Se generan en base a una pequeña inflación, nada que ver con el dinero tradicional, pero no tienen el tope del bitcoin», comenta De la Rocha de algo que puede parecer un detalle, pero cambia la tesis de inversión en el activo.