El mecanismo permite minimizar el reconocimiento de pérdidas. La firma hace para Eurobank una titulización con dividendo extra para los accionistas.
La idea tentativa del Banco Central Europeo de crear un banco malo capaz de absorber los activos tóxicos que genere la crisis del coronavirus no es la única opción novedosa que está encima de la mesa para que el sector financiero sanee su balance. PwC acaba de diseñar y materializar para el griego Eurobank una titulización de 7.500 millones de euros en préstamos dañados que permite al banco liberarse del riesgo minimizando las pérdidas asumidas por ello y que abre la puerta a nuevas operaciones de las entidades españolas.
La operación ha sido asesorada desde España y ha estado capitaneada por Jaime Bergaz, socio responsable de M&A y Corporate Finance de PwC en el país y que lleva desde principios de siglo lidiando con el problema de los activos tóxicos de la banca (conocidos como NPL o NPA, por sus siglas en inglés).
Para deshacerse del legado dañado, Eurobank no ha apelado a la venta en bloque de su cartera, como tradicionalmente han hecho los bancos en España. La multimillonaria cesión de los activos tóxicos de Santander heredados de Popular a Blackstone o la operación de BBVA con Cerberus son ejemplos de ello.
En cambio, la operación diseñada para la entidad griega ha apostado por titulizar la cartera, mediante la creación de un vehículo independiente que será el nuevo dueño de los activos dañados y que permite sacarlos del balance del banco, con la consiguiente reducción de la tasa de mora.
Pero tampoco ha sido una titulización tradicional. En lugar de vender los distintos tramos del bono de titulización a diferentes inversores en función de su nivel de riesgo, Eurobank ha comprado la parte sénior (la más segura) y ha dividido los tramos mezzanine y júnior en dos partes para que el fondo italiano DoValue comprara una y el resto sea repartido entre los accionistas del banco griego en forma de dividendo extraordinario. Como exige la regulación, Eurobank ha retenido el 5% del riesgo.
Según explican fuentes financieras, esta estructura permite deshacerse de los activos tóxicos a una valoración mejor para el banco, lo que reduce la necesidad de reconocer un alto volumen de pérdidas en el momento de la venta. La consecuencia es que se facilita la limpieza del balance sea cual sea el nivel de provisiones realizado, sin miedo a llevarse por delante el beneficio de todo el año.
Mejor precio
Hay una contraprestación. Esa mejora de precio se produce porque se anticipa al día de la firma del acuerdo la recuperación que pueda conseguirse en los activos dañados y se renuncia a participar de pleno en ella, como sucede cuando el banco conserva un porcentaje de sus NPL. Pero la renuncia no es total. La entidad sigue manteniendo la posibilidad de beneficiarse al cobrar los intereses del tramo sénior del bono que se ha quedado.
A eso se une el dividendo que se reparte entre los accionistas, que también tendrán derecho a cobrar los intereses por su participación en la titulización sin asumir el riesgo de impagos. Eurobank ha sumado a la operación la venta del 80% de su unidad de recuperación de deuda, con la que ha logrado apuntarse una plusvalía y transferir cerca de 1.000 empleados.
PwC considera que esta transacción es trasladable a España no solo para los activos dañados que los bancos todavía mantienen en balance, sino para los que puedan emerger tras el estallido del coronavirus.
«Como consecuencia del efecto del Covid-19 en la economía española, es más que previsible un incremento de NPA en los libros de la banca española», advierte Jaime Bergaz. «La estructura innovadora de titulización de NPA podría ser replicable en España y ayudaría a desapalancar dichos nuevos activos minimizando la pérdida para las entidades», añade.
Hay otro aspecto importante más. Como en cualquier saneamiento de activos, el banco se deshace de su herencia problemática y, en este caso, la cambia por la propiedad de un bono que paga intereses. Eso da claridad y certidumbre sobre el balance de la entidad, y abre la puerta a los movimientos de fusión. «Una titulización de estas características puede ser un ingrediente facilitador en una potencial operación corporativa entre dos entidades», explica el socio de PwC.
Esta firma no es la única que considera que el Covid-19 traerá un crecimiento de los activos tóxicos de la banca. JPMorgan o Morgan Stanley han alertado de que las cifras se dispararán en 2021 y los movimientos del Banco Central Europeo para encontrar una solución que alivie la carga de los bancos en este territorio parten de la misma premisa.
Todo ello, después de que los bancos españoles hayan conseguido desaguar activos tóxicos por 54.900 millones de euros en 2017, 44.900 millones en 2018, 16.000 millones en 2019 y 1.800 millones en el primer trimestre de 2020, según los datos de Debtwire. Pero todavía tienen más de 85.000 millones pendientes de limpieza y la crisis del coronavirus amenaza con hacer pequeña esa cifra.