Los bancos empiezan a preocuparse por el futuro aumento de la morosidad

La banca tendrá que aumentar las provisiones si se incrementa la morosidad. JMCadenas EXPANSION

Pasado y parado el primer golpe de la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus, los bancos empiezan a mirar con prevención el futuro cercano.

Si el ejercicio 2020 está ya prácticamente hecho, lo que preocupa ahora es qué puede pasar en el año que comenzará en apenas dos meses y medio. Las expectativas no son especialmente positivas ya que por el lado de los ingresos no se esperan grandes alegrías, mientras que lo que se tiene claro es que los impagos de los clientes crecerán y ello obligará a hacer nuevas provisiones que dañarán las cuentas de resultados.

El consejero delegado de Santander, José Antonio Álvarez, ha sido muy claro al señalar que la economía está parada, no hay proyectos nuevos de inversión, y que buena parte de las empresas sobreviven gracias a los créditos avalados por el Estado y dados por los bancos, y que un número elevado de particulares se mantienen al corriente de pago gracias a las moratorias que las entidades han dado tanto para los créditos hipotecarios como para los de consumo. Pero todas estas medidas tienen una fecha de caducidad que en algunos casos comienza en diciembre próximo y que, como mucho, llega hasta marzo o algunos meses más.

El ejercicio actual está casi vencido. En dos semanas los bancos darán a conocer los resultados de los nueve primeros meses del año, que no habrán cambiado demasiado frente a los anunciados en junio. Es de esperar que los dos bancos más internacionales, Santander y BBVA, que declararon pérdidas entonces por las elevadas provisiones que hicieron y por el ajuste del valor de sus fondos de comercio en algunos de los países en los que operan, las reduzcan de manera significativa, aunque el primero terminará 2020 en números rojos y el segundo espera cerrar en positivo.

El resto de entidades cuya actividad esencial se desarrolla en España mantendrá también la misma tónica que hasta junio: un descenso de los resultados comparados con los del mismo periodo del año anterior, pero sin que se vea una mejoría de los mismos porque, pasado el efecto de los préstamos avalados, la demanda de crédito solvente sigue siendo muy débil y es muy disputada y porque los tipos de interés han intensificado, especialmente el euribor, su tendencia a la baja, con lo que se tiende a limitar un poco más los ingresos financieros.

Fin de las moratorias

Además, también estas entidades van a empezar a sufrir las consecuencias del final de los periodos de carencia de los créditos avalados por el ICO y de la finalización de las moratorias que han dado a particulares en los meses anteriores. La morosidad empezará a aparecer y con ella sus peores consecuencias.

Que la inversión privada está muy parada lo demuestra el escaso, por no decir prácticamente nulo, interés que ha despertado la línea de avales que abrió el ICO en el inicio del verano para proyectos de inversión empresarial. En las entidades se reconoce que no tienen apenas peticiones de este tipo de préstamos porque «nadie, salvo los fondos oportunistas, está invirtiendo en estos momentos y no es para ellos este tipo de financiación».

Los fondos, continuaba diciendo este experto en riesgos de uno de los principales bancos como ejemplo de lo que está pasando, «quieren invertir en hoteles, pero no son las empresas del sector las que lo quieren hacer». También lo dijo de otra forma el consejero delegado de Santander cuando señalaba el fuerte incremento del ahorro privado que se está registrando en estos meses y que es una muestra del temor de empresas y familias a tomar decisiones de inversión o de consumo.

Con este panorama incierto -todos los expertos y analistas reconocen que la recuperación de la actividad es más lenta que la caída anterior y que además existen riesgos muy grandes a la baja-, las cuentas de resultados de las entidades del próximo ejercicio, aunque formalmente deberían ser en general mejores que las de 2020 porque el esfuerzo principal en provisiones se está llevando a cabo ahora, no estarán libres de problemas que exigirán nuevos ajustes y ahorros de costes junto a mayores esfuerzos en la transformación tecnológica. De ahí la prudencia que los supervisores siguen pidiendo a los responsables de los bancos a la hora de establecer su política de capital y de remuneración a los accionistas.